El black friday o viernes negro se ha convertido en la panacea de todos los que nos quieren vender algo en este país. Black Friday si te compras un coche, electrodomésticos, ropa, seguros, vuelos baratos, alimentos… En televisión, en radio, en cualquier página web a la que entres, te encontrarás maravillosas ofertas. ¡Todo está a un precio magnífico y pobres de aquellos que no caigamos en la tentación de gastarnos los 221 € que los expertos ya han vaticinado que cada español invertirá en sus compras en este próximo viernes!. Pero…si aún no has caído en la tentación del viernes negro, te espera el Ciber Monday, donde puedes adquirir verdaderas gangas en tus compras on line. Y a toda esta tormenta de publicidad se unen las informaciones que publican los medios de comunicación sobre cuáles son las verdaderas ofertas en las que merece la pena gastarse, y que si me permitís, dejan un cierto tufo de publicidad encubierta, que vestida de información, obviamente aporta mayor credibilidad.
Entiendo que cualquier excusa sea buena para fomentar el consumo, pero como bien dice un refrán castellano «lo poco gusta, lo mucho cansa», y ésto es lo que puede llegar a ocurrir con tanta invasión. Porque de lo que muchos aún no se han percatado es que muchos comerciantes suben los precios de sus productos un mes o dos semanas antes, para dejarlo en su precio habitual justo en estos días, y provocar en los consumidores esa necesidad impulsiva de comprar y de no dejar escapar la oportunidad de adquirir cualquier producto..¡a ese precio!
Y es que para los americanos, este viernes negro es el inicio de las compras de Navidad, sus rebajas, que nosotros volveremos a tener en enero, o como viene ocurriendo desde hace algunos años adelantadas a diciembre para aprovechar el tirón de las compras navideñas.
Es cierto que la globalización ha contribuido a crear una cultura común, y que es inevitable contagiarnos de términos, de acontecimientos, de celebraciones que en otros países suceden y que acabamos asumiendo como propias. Pero no imagino a un americano de Wisconsin cantando los peces en el río atiborrándose a mazapán, celebrando el Día de las Águedas el 5 de febrero, o comiendo buñuelos y huesos de santo el 1 de noviembre.
Podemos llegar a entender el concepto de black friday como un reclamo para determinadas compras, pero no para anunciar la bajada del precio de la leche o los garbanzos. Por cierto, mientras he escrito este post me han llegado cuatro sms de una cadena de perfumerías, unos grandes almacenes y de mi mecánico de toda la vida avisándome de que ¡estoy tardando en ir para realizar la compra de mi vida!.
Aviso, no pienso gastar ni un euro en black friday, ¿y vosotros? Espero vuestras respuestas.